Capítulo LXXV

Ya días antes de la previsible huida presidencial, días antes de la crónica de tantas muertes anunciadas, con mi equipo ardíamos en plena interna por el armado del titular principal del diario del día después. Y como no podía ser de otra manera, las opciones en pugna eran dos: una, la construida en cooperativa por mi equipo; otra, la mía, de intenso vuelo poético al decir de Abril Mallo.
La opción de mi equipo incluía un multiple choice: 1. “Por las nubes”, ya que flotaba en todos los aires del país la sensación de que el gabinete entero saldría eyectado vía aérea de la Casa Rosada; 2. “Malos aires”, por el mismo motivo pero ubicando al Excelentísimo Señor Presidente de la Nación en primer plano; 3. “El camino tan temido”, porque el caldo de cultivo social era el propicio para que la policía saliera a matar a cuantos se le pusieran delante y sin dar explicaciones a nadie. Mi titular era: “Y Des la Rúa voló por los aires”, con la sugestiva variante de los puntos suspensivos delante de la Y. Lo que nadie podía haber intuido, fue que el desenlace le dio una enorme mano a mi idea sacando a De la Rúa en helicóptero de la casa de gobierno.
La situación creada daba para todo: desde fines de noviembre, circulaba por internet una tómbola sobre el día en que el presidente de todos los argentinos, un presidente más proveniente del Despartido Radical elegido por el voto popular que no lograría terminar su mandato como debiera, se caería cual muñeco haciendo su siesta del sillón de Rivadavia, aquel famoso sillón que el otrora presidente don Bernardino Rivadavia mandara construir a Europa para gozo y rélax de los primeros mandatarios de la nación. El día más votado en la tómbola informática era el 31 de diciembre, “así termina de cagarnos bien el año, como corresponde”; en segundo lugar el día 21, “para arrancar el verano con mucha calentura”; muy atrás en la lista de los más votados, aparecía el 19, mi elección, y sin frase encomillada.

La intuición es como el aire que se respira es una excelente frase. Alguna vez la acuñó el ruso Pascales, en ocasión de una abultada derrota de Racing, aunque puede haber sido también hace poco tiempo, en vísperas del campeonato que Racing acaba de ganar tras 35 años de fracasos. El ruso Pascales no termina de procesar esta situación ambivalente de ver por primera vez campeón a su Racing Club, y al mismo tiempo sufrir la tragedia del país.
La frase de la intuición es lo de menos.












Nota: la imagen que ilustra esta presentación, fue extractada de la siguiente página:
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