Capítulo LXXII

miserable failure




Mal que me pese, soy la cabeza de un grupo de trabajo. Y la cabeza de un grupo de trabajo está obligada a pensar. Yo pienso; que la cabeza se me fue acomodando a los estándares con el paso de los meses; abandonó su formato original para transformarse en algo parecido a una pelota de trapo de las viejas; pienso; que en la incubadora deben haberme tratado muy bien, y que mi abuela Lola no se despegó ni un segundo en los tres días de mi alojamiento plagado de tubos y sondas y mangueritas y todas esas cosas que le ponen a un recién nacido cuando lo exilian en una incubadora; yo pienso.

Recuerdo que en aquellos terribles días, los de la caída de De la Rúa, no los de mi tránsito por una de las incubadoras del Anchorena, circuló un mail con dos palabras: una en castellano; otra en inglés. Para lograr la magia, sólo había que cargarlas en el Google y cliquear “Voy a tener suerte”. Con los años, le cambiaron la cara al presidente; eso es todo. Miserable failure, esas son las palabras. Hay que probar.

Yo pienso.