CAPITULO XXV
Gustavito Ricci
el inglés, montaña Ricci, el chileno y el taradito
yo, Pinedo y el Guille Camarotta
el cabezón Barbero, Poldi Protits y el cabezón Curia
Ese era el equipo de José, el equipo que jugaba con la camiseta de Chicago. Toda gente nacida en Saavedra, el barrio de Goyeneche, gente nacida entre las calles Holmberg, Donado, Besares y Ruiz Huidobro. Toda buena gente. El chileno Alberto era el matón del barrio y del equipo; Yoryi, el inglés, tomaba whisky desde los diez años; si le dolía la cabeza, se mandaba una aspirina con whisky, pero rebajado con un toque de agua; a montaña Ricci mejor no discutirle nada; Claudio, el taradito, tuvo un accidente que le costó media invalidez, pero con los años llegó a ser instructor de karate; Pinedo, el gordo, tenía la rara habilidad de jugar bien tanto al básquet como al fútbol; el Guille, además de pensar los partidos dentro y fuera de la cancha, era el capitán del equipo; Ricky Barbero, pachinito por descendencia paterna, era pesado, un tipo sin velocidad, pero con un táiming poco común para su contextura física, y una lectura impresionante del desarrollo de cada partido; Poldi, además de ser flaco, alto y rápido, iba bien al cabezazo; el cabezón Gustavo Curia, que se peleaba con todo el mundo, sabía encarar como un profesional; y Gustavito Ricci era el arquero, más por volumen corporal que otra cosa, pero nada que ver con el gordito va al arco.
Ese era el equipo de José, José Protits, el maestro bombonero de Simo; ese era el equipo que jugaba con la gloriosa de Chicago, que a decir verdad, ninguno era de Chicago, sólo nos gustaba la combinación del verde y el negro.
el inglés, montaña Ricci, el chileno y el taradito
yo, Pinedo y el Guille Camarotta
el cabezón Barbero, Poldi Protits y el cabezón Curia
Ese era el equipo de José, el equipo que jugaba con la camiseta de Chicago. Toda gente nacida en Saavedra, el barrio de Goyeneche, gente nacida entre las calles Holmberg, Donado, Besares y Ruiz Huidobro. Toda buena gente. El chileno Alberto era el matón del barrio y del equipo; Yoryi, el inglés, tomaba whisky desde los diez años; si le dolía la cabeza, se mandaba una aspirina con whisky, pero rebajado con un toque de agua; a montaña Ricci mejor no discutirle nada; Claudio, el taradito, tuvo un accidente que le costó media invalidez, pero con los años llegó a ser instructor de karate; Pinedo, el gordo, tenía la rara habilidad de jugar bien tanto al básquet como al fútbol; el Guille, además de pensar los partidos dentro y fuera de la cancha, era el capitán del equipo; Ricky Barbero, pachinito por descendencia paterna, era pesado, un tipo sin velocidad, pero con un táiming poco común para su contextura física, y una lectura impresionante del desarrollo de cada partido; Poldi, además de ser flaco, alto y rápido, iba bien al cabezazo; el cabezón Gustavo Curia, que se peleaba con todo el mundo, sabía encarar como un profesional; y Gustavito Ricci era el arquero, más por volumen corporal que otra cosa, pero nada que ver con el gordito va al arco.
Ese era el equipo de José, José Protits, el maestro bombonero de Simo; ese era el equipo que jugaba con la gloriosa de Chicago, que a decir verdad, ninguno era de Chicago, sólo nos gustaba la combinación del verde y el negro.
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