Cap. LVII


Me levanto temprano, con el primer sol, porque los que vengan después ya estarán viciados. Y como diría el diariero de la esquina que dijo Gelman (la típica de los que se la pasan citando autores que jamás leyeron ni leerán), mis hijos siguen andando por la mundo, (hasta es posible que ni se hayan enterado de que volví de Perú), mi próxima ex mujer y madre a la vez de mis hijos sigue transitando la estratósfera (intuyo que ya jamás podrá abandonarla), mi equipo sigue empecinado en que puede trabajar sinmigo (gracias querido Herminio Iglesias por esta bella palabra), y Baumgarten no para de enrubiecer cada día.
Así que me levanto temprano, con el primer sol, y los gordos se vienen desesperados a mi balcón; ya se sabe: la primera comida del día es la más importante. Luego, mientras dejo el café calentándose, el baño: hacer pis, lavarse las manos, la cara, cepillarse la dentadura; peinarse, hacer morisquetas 3D con la ayuda de los espejos laterales del botiquín, y decidir que la nueva vida comienza hoy mismo. Nada de 2002; para eso faltan demasiadas horas como para seguir postergando el inicio de mi nueva vida.