Cap. LIII

Están los dueños de los autos, los dueños de las casas, los de los edificios, las empresas, las revistas y los periódicos; están los dueños de las armas, los aviones, los transatlánticos y los perros; están los dueños, incluso, de parcelas que ya se vendieron en la luna y los hijos que vendrán en próximas generaciones; y los dueños de libros, músicas y películas de derecha y de izquierda que leen, escuchan y miran las personas de derechas y de izquierdas del mundo entero. Y también deben estar los dueños de los proyectos.
¿Alguien es el dueño de la palabra emprendimiento? ¿Alguien es el legítimo dueño de la palabra proyecto?
Sólo sabemos que están los que emprenden proyectos, los que eficacian, los que exitan con más o menos suerte; sabemos que están los que matan treinta, mil, dos mil, treinta mil personas como si se tratara de un proyecto eficaz matar treinta, mil, dos mil, treinta mil personas en el menor tiempo posible y ese lapso lo más breve posible asignara el nivel de éxito del proyecto.
Apenas sabemos que la palabra no tiene dueño.
Eso alcanza para empezar.
Nota: la imagen que ilustra esta presentación pertenece a Mario Quinteros.
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