CAPITULO XVIII

Y recuerdo, sentado en el balcón de mi casa, recuerdo; pero no la agitada semana en Lima, no los mejores titulares de mi vida, no presenciar los nacimientos de mis hijos, no; recuerdo, con mi whisky en la mano y la laptop a mi lado, en el piso de baldosas coloradas, recuerdo; a veces es mejor recordar que escribir; a veces, escribir nos enfrenta demasiado con nosotros mismos, así que solo estoy recordando.
Es la primera vez que estamos de acuerdo en algo, dijo.
La primera vez en los últimos veinte años, agregué.
Que no es poco, te faltó decir…
Eso corre por tu cuenta…

En ocasiones, los silencios son como los recuerdos: se alimentan de los deshechos. Y mutan.

Pero estamos de acuerdo…
Creo que sí…
¿Y adónde te vas a ir?
Creo que a México…
¿Vas a seguir en GAVER, tratando de ponerle título a cuanta pelotudez aparezca?
Creo que sí…
Creo que sí, creo que sí… te volviste un hombre creyente…
Creo que sí…

En ocasiones, los silencios son como los recuerdos: una cagada.

Nada de Perú entonces…
No, México…
…y te quedás en GAVER…
Baumgarten encontró el boludo que necesitaba y yo encontré el boludo que necesitaba. Una cuestión de correspondencias…
…los boludos se necesitan…
..siempre lo mismo, me interrumpís y me interrumpís…
…como en los últimos veinte años te faltó decir…
…es que me interrumpís y no dejás que termine…
…eso corre por tu cuenta deberías haber dicho para cerrar el concepto…

En ocasiones, el silencio.

Estás seguro en ese trabajo porque ponés el título que querés y está todo bien. La realidad termina siendo lo que vos titulás.
También podría ser Tierra del Fuego.
Me imagino, las nieves fueguinas o el sol caribeño te dan lo mismo…
Además es la primera vez que empiezo a creer.
Claro Títtulli, amén.

Sí, recuerdo que escribir nos enfrenta. Sentado en el balcón de mi casa, mirando cómo los gordos me miran desde los cables de la luz.